Falta a la semana
el octavo día:
¡Qué bello domingo
yo le sumaría!
Un nuevo domingo
en cada almanaque
(porque al feo lunes
ya no hay quien lo saque).
Con mis dos domingos
endomingaría
toda la semana
de paz y alegría.
Y así, endomingado,
podría —yo creo—
soportar los lunes
tal como deseo.
Lunes: a la escuela.
Lunes: al deber.
Mi alma dominguera
sueña sin querer.
Elsa I. Bornemann